
Con cuatro títulos mundiales de rallies consecutivos y 22 victorias en pruebas del Mundial, Tommi Makinen puede ser considerado como el mejor de todos los tiempos. Sus adversarios solo han conseguido extender una sombra de duda sobre su palmarés: casi todas sus victorias han sido logradas al volante del Mitsubishi Lancer, Makinen ha sido el hombre que ha puesto de moda la leyenda de los finlandeses voladores.
Su primer rally lo disputó en 1985, con 21 años, pero su talento destacó inmediatamente. Dos años más tarde disputaba ya su primera prueba del Mundial, el 1.000 Lagos y en 1988 ganó el Campeonato Finlandés del Grupo N, un título realmente importante en Finlandia, que le abrió las puertas de las primeras competiciones internacionales. En 1989 ganó el Artic Rallye puntuable para el europeo, y de allí saltó al Mundial, el comienzo con un Grupo N, dejando siempre patentes sus dotes.


La firma japonesa buscaba un buen piloto, joven, con ambiciones y cuya ficha fuera abordable. Makinen cumplía sobradamente todos estos requisitos. Además, no era un hombre dado a muchas palabras, y jamás se le ocurriría criticar al equipo o al coche. Se inicio así una colaboración plena de éxitos. En solo dos años ya tenían el primero de los cuatro títulos en el bolsillo.
De hecho, Mitsubishi forjó el equipo alrededor de Makinen, quien durante un tiempo defendió sólo los colores de la marca, sin compañero o apoyado por compañeros que estaban muy por detrás de él. La firma empleó siempre el mismo coche, el Lancer, que fue evolucionado año tras año, aunque siempre dentro de las viejas normas del Grupo A, sin aprovechar las posibles ventajas del permisivo reglamento de los WRC. Ello no impidió que Makinen acumulara victorias y títulos, hasta el punto, de que sus rivales mantenían que no ganaba Tommi, sino el coche, olvidando que sus compañeros no le sacaban ni de lejos el mismo partido.
Makinen se mostró imbatible durante cuatro temporadas, al volante de las distintas evoluciones del Lancer oficial de Grupo A. Éstas suplían perfectamente los defectos de su modelo precedente, gracias a que, tanto Mitsubishi como Makinen, contaban en ese momento con un notable equipo técnico, en el que cabe destacar a su compatriota Lasse Lampi –encargado de poner a punto sus coches–.
Solo en el año 2000 se quebró la racha, la llegada de Peugeot puso demasiado alto el listón de Mitsubishi, pero el coche fue modificado para la temporada 2001, que inició acumulando éxitos, dispuesto a conseguir definitivamente todos los récords de la especialidad y a la vez abrir camino para la nueva generación nórdica que llega.
La escasa competitividad en los últimos años de Mitsubishi hizo que Makinen se marchara apresuradamente a Subaru con un contrato sustancioso, ganando inicialmente el Rally de Montecarlo de 2002. Pero a partir de ahí, su estrella dejó de relucir.
Se retiró del mundo de los rally al terminar la temporada 2003, con una 3ª posición en el Rally de Gran Bretaña.
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