Seat Ibiza Bocanegra Cupra VS Seat Ibiza SXI
Seat Ibiza Bocanegra Cupra VS Seat Ibiza SXI: Bodas de plata
Los viejos roqueros nunca mueren y buena prueba de ello es la interminable saga de versiones deportivas que suma el Ibiza a sus 25 años recién cumplidos. La primera de todas, éste SXI de 1988, se mide a un Cupra Bocanegra con tanta garra como respeto por el pasado. Su nombre nos invitaba a retroceder a sus orígenes y no nos hemos podido resistir...
Aquellos maravillosos años
El Seat 1.200 Sport acaparó las portadas de las principales revistas de motor cuando fue presentado en el año 1975. Sus líneas rectas y afiladas contrastaban con las formas redondeadas de los coches de su época y su característico frontal, con el parachoques integrado y pintado de negro, pronto le otorgó el apodo de Bocanegra. En el plano mecánico, compartía plataforma, dirección y frenos con el Seat 127. En aquel entonces, el Ibiza no era más que un proyecto de Volkswagen Golf diseñado por Guigiaro y rechazado por la casa alemana. Pero en 1984, en Martorell decidieron rescatarlo y adaptaron el mismo chasis -aquel originario del 127- a un coche de concepción y mecánica más modernas. Cuatro años después, se lanzó la primera versión deportiva, el Ibiza SXI.Algo más de 20 años han tenido que pasar para que Seat redimiera esta historia. Ocurrió en el Salón de Ginebra de 2008, cuando reveló el Bocanegra Concept, prototipo que volvió a acaparar las portadas de todas las revistas. Este año llegó a la calle convertido en una versión especial realizada sobre los Ibiza Cupra y FR, que añade un aspecto más deportivo y estilizado a ambas versiones, además de rendir tributo a su historia. La misma que hoy le plantará cara.
El eterno retorno
Cuando tienes delante de ti dos coches de épocas tan distintas, lo primero que te llama la atención es la cantidad de similitudes que pueden llegar a reunir. Además de compartir nombre y estilo, estos dos Ibizas ofrecen capacidad para llevar cinco personas con algo de equipaje, resultan tan prácticos para el día a día como divertidos en conducción rápida y sus cifras de consumo son comedidas -por debajo de los 7 litros-. La filosofía de ambos es sacar el máximo provecho al mínimo gasto, eso que en marketing denominan ‘downsizing’ . Los dos equipan motores pequeños de origen alemán y gran potencia. El 1.4 TSI de 180 caballos del Cupra puede parecer muy superior al de su 'abuelo', pero requiere de doble sobrealimentación -mediante turbocompresor y compresor volumétrico-. En los ‘80 no habían escuchado la palabra ‘downsizing’ en su vida, pero éste Ibiza tope de gama equipaba ya un motor System Porsche de 1.5 litros con 100 caballos de potencia. Y atmosférico. Un Ford Fiesta XR2 de la época, empleaba un propulsor 1.6, al igual que un Peugeot GTX y ambos se conformaban con 96 y 94 caballos, respectivamente. Ahora, sólo encontramos un 1.4 con tanta pegada en el Abarth Grande Punto, que se conforma con 155 caballos, mientras que el Peugeot 207 RC sigue empleando un 1.6 de 175, ambos turboalimentados y ambos menos potentes que el TSI.
Sin salir del plano mecánico, observamos algo parecido en las cajas de cambio. Desde luego, el automático de doble embrague DSG con 7 velocidades nos alucina por su rapidez y precisión. Ya, no son estas las virtudes de la caja manual de 5 marchas del SXI precisamente, pero la séptima y sexta velocidad son tan largas y el par motor tan bueno a medio régimen que en los dos podemos circular a 80 km/h en séptima y quinta, respectivamente, permitiendo un confort y una economía únicos en su categoría. El SXI mantiene un par por encima de los 118 Nm entre las 2.300 y las 6.200 vueltas. Sobresaliente, si tenemos en cuenta lo puntiagudo de los motores de la época. Por su parte el motor TSI derrocha fuerza: 250 Nm constantes entre las 1.750 y las 4.500 rpm. Además, ambos suben de vueltas con alegría y entregan su máxima potencia por encima de las 5.000 vueltas.
De buena familia
En ambos modelos encontramos algunos detalles de personalización prácticamente calcados. Los asientos comparten líneas rojas aunque a rombos en el Bocanegra y a franjas en el SXI, mientras que la ‘S’ roja del volante forma parte de la herencia directa. Si me apuran, la decoración del habitáculo está más lograda en el más veterano que añade: salpicadero, paneles de las puertas y cuadro de mandos exclusivo. Su sucesor contesta con un diseño exterior mejor resuelto: numerosas entradas de aire, faldones, spoiler, llantas específicas y el característico frontal de color negro. La leyenda Bocanegra, visible en la zaga, remata el conjunto. Su rival se conforma con las llantas de aluminio, los faldones y pasos de rueda, el alerón y alguna leyenda SXI de más: frontal, laterales y la zaga. Nada mal, ¿verdad?
¡Cómo hemos cambiado!
Sin embargo, 20 años de evolución en el mundo del automóvil equivalen a un abismo en desarrollo tecnológico. Fíjense que hablamos de este Ibiza Cupra como el modelo que estrenó la nueva plataforma del Grupo Volkswagen, mientras que en su primera serie hubo que rescatar un borrador de Golf desechado en Wolfsburgo. Sintomático. Por eso, cuando nos bajamos del SXI maravillados por el rendimiento de su motor y conformes con su comportamiento dinámico, el Cupra nos parece un animal de otra especie.
Mientras manejamos las levas del cambio DSG sin despegar las manos del volante, comprobamos la suficiencia con la que el bastidor digiere las curvas más exigentes del puerto de montaña. La postura de conducción es excelente, así como el tacto de la dirección y los frenos, desarrollados por AP Racing. Y si esto les parece poco, podemos hablar del efecto autoblocante del diferencial electrónico XDS, que mitiga notablemente los subvirajes a las salidas de las curvas cerradas, un defecto típico del Cupra anterior. El resultado es un conjunto mecánico prácticamente imbatible en este tipo de carreteras. Un coche ágil y de reacciones rápidas que se maneja con una docilidad sorprendente.
En el extremo opuesto, el SXI rueda a un ritmo infinitamente más comedido, pero no por ello la experiencia de conducción es menos divertida. Son dos caminos distintos con el mismo destino: el disfrute.
El Bocanegra nos pone los pelos de punta en cada apurada de frenada, nos contagia de poderío con su eficacia en el paso por curva, mantiene una gran sensación de estabilidad a un ritmo infernal, mientras viajamos encajados en el asiento, sin despeinamos. El clásico, sin embargo, trasmite mayores sensaciones de conducción, te erige en protagonista. Sin ayudas electrónicas de ningún tipo, hay que esforzarse al máximo para ir rápido y así celebras cada orden que logras transmitirle al bastidor. Confiando en un eje delantero muy noble, que se deja llevar con finura, logramos mantener un buen ritmo antes de que el ballestón trasero reaccione. El sonido del motor se escucha en todo su esplendor y su satisfactoria respuesta te anima aumentar el ritmo de la marcha. Entonces, hay que ser certero con la dirección y el cambio lo que, en suma, te lleva a sentir todo el control del coche y a exigirte más en cada tramo. Desde luego, son sensaciones únicas y a las que ya no estamos habituados. Qué mejor manera de concluir una jornada inolvidable en la serranía abulense.
Seat Ibiza Bocanegra Cupra VS Seat Ibiza SXI: Bodas de plata
Los viejos roqueros nunca mueren y buena prueba de ello es la interminable saga de versiones deportivas que suma el Ibiza a sus 25 años recién cumplidos. La primera de todas, éste SXI de 1988, se mide a un Cupra Bocanegra con tanta garra como respeto por el pasado. Su nombre nos invitaba a retroceder a sus orígenes y no nos hemos podido resistir...
Aquellos maravillosos años
El Seat 1.200 Sport acaparó las portadas de las principales revistas de motor cuando fue presentado en el año 1975. Sus líneas rectas y afiladas contrastaban con las formas redondeadas de los coches de su época y su característico frontal, con el parachoques integrado y pintado de negro, pronto le otorgó el apodo de Bocanegra. En el plano mecánico, compartía plataforma, dirección y frenos con el Seat 127. En aquel entonces, el Ibiza no era más que un proyecto de Volkswagen Golf diseñado por Guigiaro y rechazado por la casa alemana. Pero en 1984, en Martorell decidieron rescatarlo y adaptaron el mismo chasis -aquel originario del 127- a un coche de concepción y mecánica más modernas. Cuatro años después, se lanzó la primera versión deportiva, el Ibiza SXI.Algo más de 20 años han tenido que pasar para que Seat redimiera esta historia. Ocurrió en el Salón de Ginebra de 2008, cuando reveló el Bocanegra Concept, prototipo que volvió a acaparar las portadas de todas las revistas. Este año llegó a la calle convertido en una versión especial realizada sobre los Ibiza Cupra y FR, que añade un aspecto más deportivo y estilizado a ambas versiones, además de rendir tributo a su historia. La misma que hoy le plantará cara.
El eterno retorno
Cuando tienes delante de ti dos coches de épocas tan distintas, lo primero que te llama la atención es la cantidad de similitudes que pueden llegar a reunir. Además de compartir nombre y estilo, estos dos Ibizas ofrecen capacidad para llevar cinco personas con algo de equipaje, resultan tan prácticos para el día a día como divertidos en conducción rápida y sus cifras de consumo son comedidas -por debajo de los 7 litros-. La filosofía de ambos es sacar el máximo provecho al mínimo gasto, eso que en marketing denominan ‘downsizing’ . Los dos equipan motores pequeños de origen alemán y gran potencia. El 1.4 TSI de 180 caballos del Cupra puede parecer muy superior al de su 'abuelo', pero requiere de doble sobrealimentación -mediante turbocompresor y compresor volumétrico-. En los ‘80 no habían escuchado la palabra ‘downsizing’ en su vida, pero éste Ibiza tope de gama equipaba ya un motor System Porsche de 1.5 litros con 100 caballos de potencia. Y atmosférico. Un Ford Fiesta XR2 de la época, empleaba un propulsor 1.6, al igual que un Peugeot GTX y ambos se conformaban con 96 y 94 caballos, respectivamente. Ahora, sólo encontramos un 1.4 con tanta pegada en el Abarth Grande Punto, que se conforma con 155 caballos, mientras que el Peugeot 207 RC sigue empleando un 1.6 de 175, ambos turboalimentados y ambos menos potentes que el TSI.
Sin salir del plano mecánico, observamos algo parecido en las cajas de cambio. Desde luego, el automático de doble embrague DSG con 7 velocidades nos alucina por su rapidez y precisión. Ya, no son estas las virtudes de la caja manual de 5 marchas del SXI precisamente, pero la séptima y sexta velocidad son tan largas y el par motor tan bueno a medio régimen que en los dos podemos circular a 80 km/h en séptima y quinta, respectivamente, permitiendo un confort y una economía únicos en su categoría. El SXI mantiene un par por encima de los 118 Nm entre las 2.300 y las 6.200 vueltas. Sobresaliente, si tenemos en cuenta lo puntiagudo de los motores de la época. Por su parte el motor TSI derrocha fuerza: 250 Nm constantes entre las 1.750 y las 4.500 rpm. Además, ambos suben de vueltas con alegría y entregan su máxima potencia por encima de las 5.000 vueltas.
De buena familia
En ambos modelos encontramos algunos detalles de personalización prácticamente calcados. Los asientos comparten líneas rojas aunque a rombos en el Bocanegra y a franjas en el SXI, mientras que la ‘S’ roja del volante forma parte de la herencia directa. Si me apuran, la decoración del habitáculo está más lograda en el más veterano que añade: salpicadero, paneles de las puertas y cuadro de mandos exclusivo. Su sucesor contesta con un diseño exterior mejor resuelto: numerosas entradas de aire, faldones, spoiler, llantas específicas y el característico frontal de color negro. La leyenda Bocanegra, visible en la zaga, remata el conjunto. Su rival se conforma con las llantas de aluminio, los faldones y pasos de rueda, el alerón y alguna leyenda SXI de más: frontal, laterales y la zaga. Nada mal, ¿verdad?
¡Cómo hemos cambiado!
Sin embargo, 20 años de evolución en el mundo del automóvil equivalen a un abismo en desarrollo tecnológico. Fíjense que hablamos de este Ibiza Cupra como el modelo que estrenó la nueva plataforma del Grupo Volkswagen, mientras que en su primera serie hubo que rescatar un borrador de Golf desechado en Wolfsburgo. Sintomático. Por eso, cuando nos bajamos del SXI maravillados por el rendimiento de su motor y conformes con su comportamiento dinámico, el Cupra nos parece un animal de otra especie.
Mientras manejamos las levas del cambio DSG sin despegar las manos del volante, comprobamos la suficiencia con la que el bastidor digiere las curvas más exigentes del puerto de montaña. La postura de conducción es excelente, así como el tacto de la dirección y los frenos, desarrollados por AP Racing. Y si esto les parece poco, podemos hablar del efecto autoblocante del diferencial electrónico XDS, que mitiga notablemente los subvirajes a las salidas de las curvas cerradas, un defecto típico del Cupra anterior. El resultado es un conjunto mecánico prácticamente imbatible en este tipo de carreteras. Un coche ágil y de reacciones rápidas que se maneja con una docilidad sorprendente.
En el extremo opuesto, el SXI rueda a un ritmo infinitamente más comedido, pero no por ello la experiencia de conducción es menos divertida. Son dos caminos distintos con el mismo destino: el disfrute.
El Bocanegra nos pone los pelos de punta en cada apurada de frenada, nos contagia de poderío con su eficacia en el paso por curva, mantiene una gran sensación de estabilidad a un ritmo infernal, mientras viajamos encajados en el asiento, sin despeinamos. El clásico, sin embargo, trasmite mayores sensaciones de conducción, te erige en protagonista. Sin ayudas electrónicas de ningún tipo, hay que esforzarse al máximo para ir rápido y así celebras cada orden que logras transmitirle al bastidor. Confiando en un eje delantero muy noble, que se deja llevar con finura, logramos mantener un buen ritmo antes de que el ballestón trasero reaccione. El sonido del motor se escucha en todo su esplendor y su satisfactoria respuesta te anima aumentar el ritmo de la marcha. Entonces, hay que ser certero con la dirección y el cambio lo que, en suma, te lleva a sentir todo el control del coche y a exigirte más en cada tramo. Desde luego, son sensaciones únicas y a las que ya no estamos habituados. Qué mejor manera de concluir una jornada inolvidable en la serranía abulense.
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